RESEÑA: “Talentos Ocultos” (2016), la importancia de fomentar mentes brillantes

La lucha por la igualdad ha sido una de las batallas más largas que han enfrentado las mujeres alrededor del mundo. En la actualidad, muchas de nosotras podemos disfrutar de los frutos que nuestras antecesoras lograron obtener a base de “sangre, sudor y lágrimas”. ¿Pero alguna vez te has puesto a leer sobre aquellas guerreras que pusieron las primeras piedras y abrieron nuevos caminos?

Mentes femeninas subestimadas

Como un secreto que debía ser revelado por las fuentes correctas en el momento adecuado, la novela de no ficción titulada “Talentos Ocultos: la historia de las mujeres afroamericanas que ayudaron a ganar la carrera del espacio” (Talentos Ocultos, en corto) fue la primera obra publicada por la escritora estadounidense Margot Lee Shetterly en 2016.

La trama nos lleva a un Estados Unidos a comienzos de la Guerra Fría, en donde las locas leyes Jim Crow de segregación racial están presentes (sobre todo en los estados sureños); a pesar de las nuevas órdenes presidenciales para una integración ideal entre todos sus habitantes. Se han intentado incluir derechos básicos y nuevas oportunidades para que la comunidad afroamericana pueda vivir el sueño americano, pero éste sigue siendo un proceso lento.

Sin embargo, lo que apremia al gobierno en esos momentos no es la igualdad entre “negros y blancos”, sino la carrera por conquistar el espacio y ganarle a la Unión Soviética. Ellos ya han logrado pasos significativos, así que es momento de reunir a las mentes más brillantes en matemáticas, ingeniería y física estadounidenses…sean de la raza y género que sean.

Esta histórica orden ha brindado una nueva oportunidad para tres mujeres de color llamadas Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson. Toda su vida, sus mentes han estado concentradas en las ciencias exactas, pero sin oportunidad de aspirar a trabajar más allá de ser maestras escolares en sus campos con un salario ajustado (y sólo en escuelas para afroamericanos).

Ellas, junto con una gran cantidad de mujeres y hombres ingresan en las instalaciones de la NASA para trabajar en equipo y lograr lo imposible: mandar al hombre al espacio y tal vez, conquistar la Luna. El camino de Katherine, Dorothy y Mary apenas comienza, pues deberán superar nuevos retos, racismo y el machismo de personas cercanas a ellas y de varios compañeros de trabajo.

Talento inapreciado perdido en el tiempo

Aunque la historia de cómo el hombre llegó al espacio ha sido utilizada en muchos materiales literarios de diversos géneros, la verdad detrás de quién estuvo detrás de bambalinas es poca veces contada y apreciada. Más si consideramos que las mentes que idearon las fórmulas, crearon los primeros diseños en cápsulas espaciales o controlaron las primeras grandes computadoras eran mujeres afroamericanas bastante inteligentes que desafiaron los paradigmas de la época.

Sin embargo, gracias a la investigación de casi 6 años de la también historiadora Margot Lee Shetterly, la información de este talento femenino pudo salir del anonimato y ser escuchado por primera vez. La escritora cuenta cómo ella fue un producto de la NASA, una consecuencia de su revolucionaria decisión por contratar gente de color y pagarles mucho mejor que en otros puestos de trabajo. Por supuesto que Margot tenía que escribir sobre ello y darle justicia a las “computadoras humanas” cuando tenía las fuentes principales viviendo en su pueblo natal.

En la época de la Guerra Fría hubo una migración masiva de familias que se concentraron y crecieron en los pueblos más cercanos a la NASA, algo que afectó positivamente a las siguientes generaciones que crecieron allí. La presencia de sus padres, madres o hermanos en estas instalaciones espaciales influyó en las aspiraciones educativas y profesionales de muchos jóvenes afroamericanos que disfrutaron los frutos de una sociedad más integrada y menos racista (ojo, menos…todavía me suena #BlackLivesMatter).

No me imagino lo valientes, resistentes y visionarias que debieron ser Katherine, Dorothy y Mary respectivamente para levantarse después de cada batalla y obstáculo que se les presentó en sus vidas personales y profesionales. Por más que nos encante leer historias de superación, vivir esos problemas y no rendirse es algo que requiere temple y perseverancia.

Si bien el libro es un poco largo y te brinda mucha información en unos pocos párrafos, “Talentos Ocultos” es una lectura estimulante e inspiradora. Disfruté en gran medida ver las motivaciones de los directivos de departamento para tomar ciertas decisiones, la vida de las chicas en esa época, sus familias, sus impedimentos y sus logros para no solo alcanzar sus sueños, sino formar parte de la historia.

Primero lo primero

Bajo el título de “Talentos Ocultos” (gracias al cielo que no eligieron uno más largo), la película biográfica dirigida por el director estadounidense Theodore Melfi se estrenó en 2016; el mismo año que se publicó la novela. La escritora Margot Lee Shetterly vendió los derechos fílmicos mientras estaba trabajando en el libro homónimo (me imagino para poder seguir investigando).

La historia se centra en la vida de tres mujeres afroamericanas que se transformaron de “computadoras humanas” de la NASA a las pioneras en sus respectivos campos de especialidad durante los años 60. Tiempo en el que existía todavía la segregación racial y la mentalidad de que las personas de color eran ciudadanos de segunda clase (por ponerlo de forma “amable”).

Comenzamos con Katherine Johnson (Taraji P. Henson), quien desde pequeña mostró un talento excepcional para las matemáticas. A pesar de que logró graduarse con altos honores y calificaciones, no había podido explotar su potencial debido a su color de piel y su género. Su desarrollo profesional ha estado muy limitado, pero tiene fe de que habrá un cambio positivo en su vida.

Años más tarde, tenemos a Katherine y sus amigas que se dirigen al Centro de Investigación Langley (en Hampton, Virginia) junto con sus amigas Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe) para otro día de trabajo en la División Segregada de Cálculo del Ala Oeste como “computadoras humanas” encargadas de revisar cifras, sumas y cálculos de documentos confidenciales.

«Katherine Johnson» haciendo cálculos para mandar a John Glenn al espacio

El objetivo de sus trabajos en conjunto es simple: llevar al hombre al espacio y que regrese sano y salvo para tener la victoria sobre su rival, la Unión Soviética. A pesar de que su trabajo muchas veces es poco apreciado por sus compañeros caucásicos, vale la pena porque es un reto intelectual y da de comer a sus familias.

Será la misión de Katherine, Mary y Dorothy el poder demostrar su valor en las matemáticas, la ingeniería espacial y los inicios de la computación (respectivamente) para forjarse un nuevo futuro en el que su trabajo sea considerado igual o superior a sus colegas y por fin ser respetadas como las mujeres afroamericanas profesionistas e inteligentes que son.

Todo comenzó con una carrera

Tanto la película como el libro demuestran que, detrás de una carrera a contrarreloj por ganar el primer lugar en el espacio, existió una decisión revolucionaria para la época de contratar en un sitio de trabajo tanto a personal caucásico como afroamericano. De cierta forma, la ambición estadounidense fue un elemento clave para que se integraran estos dos grupos sociales y llevar a cabo exitosamente este proyecto espacial.

La NASA debía entregar resultados al gobierno, pero no tenía la cantidad de trabajadores para llevar a cabo las tareas requeridas. Dejando levemente los prejuicios en una nación que se dividía entre el racismo y el progresismo, las mujeres y hombres afroamericanos que tenían las credenciales y conocimientos suficientes se les dio la oportunidad de ser algo más.

La trama a cargo del director Theodore Melfi y de Allison Schroeder (trabajo que le valió una nominación al Premio Óscar en la categoría de “Mejor guion adaptado”) nos hace ser parte de la vida de nuestras tres protagonistas y permite experimentar en primera fila sus dificultades, sueños y logros. Existen claro ciertas libertades artísticas, pero la esencia de la novela original es la misma.

El casting no se quedó atrás viendo como las talentosas Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe encarnaron perfectamente a estas brillantes mujeres que debieron superar batallas privadas y públicas para hacerse de un lugar que claramente les pertenece con respecto a los viajes espaciales. Puedes ver que cada una muestra vulnerabilidad y coraje en cada escena, sin dejar de lado sus carreras (como todos los seres humanos).

A veces no es necesario que Hollywood busque inventar historias fantásticas cuando realmente tiene algo espectacular enfrente. Me da gusto que se lleven a cabo películas de este estilo para dar a conocer masivamente lo que sucedió años atrás. Si hay algo que debemos aspirar es a alimentar ese apetito por aprender, explorar y superar límites; el no conformarse con lo que existe y en dar ese ejemplo a las futuras generaciones.

Daphne 707

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